Para el escéptico las coincidencias son como los comodines en la baraja de la vida; para el investigador, son la llave a la sincronicidad.
Uno de los aspectos más enigmáticos y cautivadores del universo en el que vivimos es la sincronicidad. A todos nos ha pasado en alguna ocasión una coincidencia tan improbable que nos resulta ominosa, mágica, epifánica o perturbadora.
Conexiones entre sucesos, personas e información que trascienden la realidad convencional: como si las cosas tuvieran hilos invisibles que sólo por momentos en estados de conciencia elevados o por una misteriosa alineación podemos vislumbrar.
La visualización de nuestro sueño, provoca la mágica aparición de eventos relacionados con la consecución de nuestro objetivo. Denominado por la mayoría de las personas como casualidades, la sincronicidad es el principio que rige esa serie de circunstancias y acontecimientos que nos pasan en el momento justo, en el lugar idóneo, en la situación perfecta.
La toma de consciencia y estar atento a todas las cosas que ocurren a nuestro alrededor: oír una canción, recibir un mensaje, encontrarte con alguien que hace mucho que no ves, abrir un libro de poemas por una página aleatoria y ¡ahí está tu sueño¡ Tan solo hay que estar atentos. No forzar las situaciones, simplemente fluir, dejando mandar a nuestra intuición. Solo de esta manera nos encontraremos con la magia de la sincronicidad.
Al igual que los físicos buscan una teoría de campo unificada, Carl Jung y otros buscaban la sincronicidad, esto es, el principo unificador tras las coincidencias significativas, la conciencia individual y la totalidad del espacio y el tiempo.
Uno de los aspectos más enigmáticos y cautivadores del universo en el que vivimos es la sincronicidad. A todos nos ha pasado en alguna ocasión una coincidencia tan improbable que nos resulta ominosa, mágica, epifánica o perturbadora.
Conexiones entre sucesos, personas e información que trascienden la realidad convencional: como si las cosas tuvieran hilos invisibles que sólo por momentos en estados de conciencia elevados o por una misteriosa alineación podemos vislumbrar.
La visualización de nuestro sueño, provoca la mágica aparición de eventos relacionados con la consecución de nuestro objetivo. Denominado por la mayoría de las personas como casualidades, la sincronicidad es el principio que rige esa serie de circunstancias y acontecimientos que nos pasan en el momento justo, en el lugar idóneo, en la situación perfecta.
La toma de consciencia y estar atento a todas las cosas que ocurren a nuestro alrededor: oír una canción, recibir un mensaje, encontrarte con alguien que hace mucho que no ves, abrir un libro de poemas por una página aleatoria y ¡ahí está tu sueño¡ Tan solo hay que estar atentos. No forzar las situaciones, simplemente fluir, dejando mandar a nuestra intuición. Solo de esta manera nos encontraremos con la magia de la sincronicidad.
Al igual que los físicos buscan una teoría de campo unificada, Carl Jung y otros buscaban la sincronicidad, esto es, el principo unificador tras las coincidencias significativas, la conciencia individual y la totalidad del espacio y el tiempo.