La búsqueda del héroe, el sendero místico o verdad mas profunda ha siempre uno de las grandes interrogantes a través del tiempo, dejando siempre un vació de incertidumbre y búsqueda desesperada. En estos años de trasformación reconocemos que la conexión estaba ahí, pero la hemos olvidado.
Da la impresión de que tenemos que estar permanentemente buscando, dirigidos hacia algún lugar, hacia una meta elevada. Ese pareciera ser el curso que debe tener la vida de quienes nos aventuramos en ciertos “asuntos del alma”. Quizás nos equivocamos. Quizás le estamos dando un enfoque incorrecto, un enfoque que nos aleja de aquello que creemos que buscamos.
Para empezar, buscar algo, lo aleja. Debemos cambiar esa “búsqueda desesperada” por un “encuentro gozoso”.
No hay lugar al que ir, ya estamos allí. Hace falta vivir en un estado que nos facilite reconocer y sentir una unión, una conexión que también ya está ahí, pero que hemos olvidado.
¿Por qué buscamos? Lo hacemos porque el modo de vida que llevamos nos aleja de la conexión con el Todo. Intuimos que algo “nos falta” y eso se transforma en el motor de una “búsqueda del alma”. En el camino nos confundimos, olvidamos que no hay algo “extraordinario” que encontrar, y nos pasamos años buscando ciegamente métodos, maestros, técnicas, tesoros, lugares místicos, cosas que nadie más pueda ver, etc. En realidad es, imagino, más sencillo.