A lo largo de la historia el hombre ha explorado un sin fin de temas, sin embargo todos parecen apuntar hacia un lugar común, la explicación de conceptos como: la vida, el amor y la muerte, los cuales de alguna forma implican al tiempo.
Los polos opuestos se atraen, basta tomar dos imanes para comprobar dicha afirmación. La naturaleza necesita de las diferencias para continuar existiendo; gracias a una diferencia de potencial eléctrico, tenemos un flujo de electrones; debido a alturas distintas, existe la energía potencial y podemos observar magníficas cascadas; a causa del contraste de ideas, el hombre ha podido desarrollar su intelecto
La ignorancia que tenemos acerca de la sustancia del tiempo nos hace ligarlo con el espacio, del cual nuestros sentidos dan razón, de esta forma la idea del tiempo se debe a un sin número de imágenes contrastadas en nuestras mentes. Si es posible que existan una infinidad de realidades o perspectivas del espacio, también es factible pensar en un transcurrir infinito del tiempo.
El ritmo es inherente a los objetos; cuando se aplica un voltaje alterno a un cristal de cuarzo se producen vibraciones mecánicas las cuales tienen una frecuencia resonante natural que depende del cristal, gracias a este efecto existen los relojes de cuarzo los cuales proporcionan una gran exactitud. Esta propiedad también se puede ver en aquel experimento en donde un cantante al alcanzar un tono muy alto rompe una copa de cristal, lo cual se debe a que la voz ha igualado la frecuencia natural del recipiente.
El ritmo y la vida.
Los ejemplos nos muestran que cualquier sistema; ya sea un cristal de cuarzo, un radio, una copa de vino, o incluso el ser humano, tienen una frecuencia natural intrínseca.
Cuando un sistema es excitado con su misma frecuencia natural tiende a la destrucción o al equilibrio dentro del caos. Cada hombre tiene un ritmo propio ligado íntimamente a su persona, eso explicaría los gustos musicales y las habilidades para el baile. Dicho ritmo o frecuencia natural o sentido del tiempo, depende del estado de ánimo, quizá por ello sentimos que el tiempo transcurre muy lento cuando estamos ansiosos o muy rápido cuando nos encontramos emocionados.
La vida implica cierto ritmo; cuando el corazón deja de latir, el cuerpo muere; cuando los impulsos cerebrales se detienen, la mente muere; cuando dejamos de amar o de odiar, el alma muere.
Del olvido a la muerte.
La vida está hecha de recuerdos, si no tuviéramos memoria, cada instante sería como volver a nacer; y paradójicamente, si no olvidáramos, cada momento sería una eterna muerte. Tal vez el sentimiento de superioridad y poder, creado por el conocimiento, se deba a la relación del recuerdo y el olvido con la vida y la muerte, porque al recordar damos vida a las cosas, somos casi dioses en nuestras limitadas realidades.
Sin muerte no hay posibilidad de vida, y sin olvido el recuerdo carece de sentido; cada vez que olvidamos algo por completo sentimos que una parte de nuestra existencia ha desaparecido, como si jamás la hubiéramos vivido; por el contrario cuando evocamos un recuerdo y somos capaces de traer a nuestras mentes todos los detalles de aquel momento, experimentamos una extraña sensación, como si el tiempo hubiera regresado. Quizás el olvido sea un mecanismo de defensa en contra de la locura, o tal vez un ardid de la naturaleza para mantener el equilibrio en nuestras vidas.
LIMITES DE REALIDAD
Si al principio la idea no es absurda, entonces no hay esperanza para ella.
Albert Einstein. Muchas culturas han considerado al círculo como la figura perfecta debido a que representa la igualdad y el equilibrio.
En términos formales: “Círculo es la figura plana circundada por una sola línea llamada periferia, respecto de la cual las rectas que sobre ella inciden desde un punto colocado en el interior de la figura son iguales entre sí. Tal punto se llama centro del círculo”.
Antiguamente se tenía la creencia de que la existencia era cíclica, es decir, que después de cierto tiempo el mundo se encontraría en las mismas condiciones en las cuales había estado un ciclo anterior.
Así el principio y el fin estarían en un mismo punto, si la vida y el tiempo se mueven alrededor de un círculo los acontecimientos sucedidos a lo largo de la periferia serían exactamente iguales en cada ciclo.
Existen muchas realidades las cuales dependen del punto de vista del observador. Olvidemos por un momento la periferia, y pensemos en el centro de la circunferencia como en una línea vista desde arriba; si cambiamos de posición veremos una línea en vez de un punto. A esta línea la llamaré eje de la evolución.
Ahora, olvidemos el centro y pensemos en la periferia como en un resorte visto desde la parte superior, de igual forma al cambiar de posición veremos una espiral. A esta figura la denominaré espiral del espacio-tiempo.
Cada punto en la espiral representa un instante de tiempo y un acontecimiento. El primer punto de la espiral es el nacimiento y el último la muerte.
Pensemos en planos perpendiculares a la línea de la evolución, los cuales cortan a la línea y a la espiral en un momento específico. Si observamos el corte desde arriba veríamos únicamente dos puntos, los cuales representan un momento en la evolución y un acontecimiento en el espacio-tiempo. A estos planos los llamaré planos del recuerdo.
Pensemos en planos perpendiculares a la línea de la evolución, los cuales cortan a la línea y a la espiral en un momento específico. Si observamos el corte desde arriba veríamos únicamente dos puntos, los cuales representan un momento en la evolución y un acontecimiento en el espacio-tiempo. A estos planos los llamaré planos del recuerdo.
Al sobreponer estos planos obtendremos nuevamente la línea de la evolución y la espiral del espacio-tiempo.
Finalmente baste decir que el primer punto de la evolución se encuentra en el mismo plano que el punto del nacimiento; y el punto de la muerte está en el mismo plano que el punto que representa el término de la evolución.
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