domingo, 4 de diciembre de 2011

ATLANTES / NUESTROS ANTEPASADOS

Cuando hablamos del Tiempo Cíclico nos referimos a que todo se mueve por espirales de evolución. Nos encontramos en un punto que ya nuestros antepasados predecían y tiene que ver con el cambio de conciencia del Individuo y del Concepto Realidad. Las nuevas posibilidades de conexión y compresión de nuestros orígenes nos orientas a recordar nuestro futuro y sentir nuestros anhelos desde la búsqueda personal.

Platón habla de la Atlántida como un conjunto de islas o archipiélagos. Dice que se destruyó 9.000 años antes de su vida, es decir, en el 11500 a.c, época de transición entre el Paleolítico y Neolítico. Coincide con el final de la última glaciación, cuando se producen drásticos cambios climáticos, se inunda la tierra y sube enormemente el nivel del mar, una gran tragedia que provocó la desaparición de muchos habitantes.

La Atlántida era una isla de 570 Kms. de largo por 380 de ancho, similar a Islandia, con una llanura interior rodeada de montañas y orientada hacia el sur y con una montaña más alta situada a unos 50 Kms del centro geométrico de la isla, rodeada de círculos de tierra y de agua alternados. Un paraíso fantástico ligeramente transformada por hombres de una desarrollada civilización, capaces de construir puentes sobre los círculos de tierra y canales que corregían los bordes rectilíneos de las llanuras y transportaban eficazmente el agua dulce por todo el país. No habla de ríos, sino de canales y fosos. Tras violentas erupciones volcánicas la isla fue tragada por el mar.

En el centro de la isla se encontraba el templo consagrado a Poseidón, rodeado por un muro de oro. Alrededor del templo se hallaban estatuas doradas de los diez reyes primigenios de la Atlántida, con sus mujeres y su numerosa progenie… Junto a las dos fuentes de agua fría y caliente, estaban edificados los baños, unos al aire libre y otros cubiertos, usados como baños calientes en invierno. En el anillo medio se levantaban templos para los dioses, jardines y gimnasios, y un hipódromo para carreras de caballos en el anillo mayor. El canal y el puente mayor se colmaban de navíos y mercaderes de múltiples procedencias.

Sus habitantes durante muchas generaciones obedecieron las leyes y estaban bien dispuestos hacia lo divino emparentado con ellos. Poseían pensamientos verdaderos y grandes en todo sentido. Mientras permaneció su naturaleza divina prosperaron todos sus bienes, mas cuando se agotó en ellos la parte divina se pervirtieron. El dios de los dioses, Zeus, que reina por medio de leyes, se dio cuenta de que una estirpe buena estaba dispuesta de manera indigna y decidió aplicarles un castigo para que se hiciesen más ordenados y alcanzasen la prudencia… 



En la” doctrina secreta” H. P. Blavatsky da idea de una sabiduría ancestral y atemporal, origen de las diferentes filosofías y religiones y madre de los misterios de la Antigüedad. Uno de los temas centrales de esta obra es el origen y evolución de la Humanidad, en la que establece cuatro etapas o “humanidades” anteriores a la nuestra, cada una de ellas con características biológicas diferentes. La humanidad anterior a la nuestra sería la raza Atlante.

Las primeras etapas no pueden considerarse plenamente humanas, pues tendrían diferentes tipos de reproducción: bipartición ( en la primera raza), gemación ( nacidos del sudor, en la segunda) y oviparismo ( nacidos del huevo, en la tercera). Estos no tendrían ninguna capacidad intelectiva, que aparece a finales de la tercera raza, la raza de los gigantes o lemures, que no tenían necesidad de lenguaje, pues poseían una comunicación intuitiva

( habían desarrollado el llamado “tercer ojo”, y por ello gozaban de capacidad telepática).

Al final de esta tercera etapa los lemures perderían su inocencia y se produciría un cambio en el tipo de reproducción. Es entonces cuando comienza la división de sexos, hace 18 millones de años, y se comenzó la actual forma de procreación.

En esta época se había iniciado el desarrollo de la mente por una parte de aquella humanidad, pero otra quedó sin mente, dando lugar a los monos.

Estos seres gigantescos, a pesar de sus limitadas capacidades racionales, fueron capaces de construir ciudades ciclópeas en un continente llamado Lemuria , que habría desaparecido por el fuego, entre espantosas erupciones volcánicas.

La cuarta etapa, llamada Atlante, habría surgido de la tercera, hace 18 millones de años, poco antes de la destrucción de Lemuria.

Comparando los conocimiento esotéricos contenidos en las antiguas tradiciones de todo el mundo y las enseñanzas recibidas del Tibet, Blavastky estableció que la Atlántida de la que habla Platón era solo una mínima parte del primitivo continente en el que, durante millones de años habitó la raza atlante. Ella sitúa este gran continente en la época llamada Mioceno, y su destrucción en varias fases separadas por miles de años. 


La Lemuria estaba situada en el Océano Pacífico. El conjunto de islas del sureste asiático serían las cumbres del antiguo continente.

Estas islas estuvieron comunicadas entre sí por tierra seca durante los periodos glaciales del Cuaternario, en los que el nivel del mar llegó descender a 130 metro por debajo del nivel actual. 


La Atlántida tuvo su auge durante la edad del hielo, constituiría una potencia marítima que, centrada en una serie de islas atlánticas, dominaría las costas de Europa ( libres de hielos) del Mediterráneo, el Caribe y probablemente las costas de las Américas ( sobre todo América Central), un Imperio en un mundo muy diferente del actual, en que los hielos ocupaban 1/3 de la superficie terrestre habitable, con temperaturas medias de 10ºC inferiores a las actuales y con diferencias de temperaturas entre altas y bajas latitudes tan grandes que los vientos barrerían la superficie de la tierra en amplísimas extensiones de desiertos helados, portando toneladas de loes. Pero la Atlántida se encontraría protegida de estos vientos el Norte.

Su desaparición estaría asociada a un calentamiento brusco del planeta y a un movimiento del eje de rotación que desplazaría el Polo Norte desde algún punto de Groenlndia hasta su posición actual. 



Unos pequeño grupos atlantes consiguieron escapar instalándose en América Central y Andina y conservando conocimientos arquitectónicos y técnicos. Otros quedaron aislados en las islas Canarias. Emparentados con ellos estarían los habitantes del Atlas (noroeste de África). 

Se expandieron por Asia Central, Mesopotamia, Egipto y China. Una humanidad había ido destruida y otra comenzaba.

Quedan restos de este antiguo continente. En Pompei, por ejemplo, una isla de las Carolinas, rodeada de infinidad de islas y arrecifes de coral, se halla un ciudad de bloques de basalto: Nan Madol, las leyenda nativas hablan de una gran ciudad sumergida, de la que Nan Madol sería solo la puerta de entrada.

Los atlantes supervivientes expandieron su floreciente cultura. Si vemos las similitudes entre las Pirámides de Egipto y América central o los diferentes símbolos, como el símbolo de la cruz, podemos pensar en una cultura ancestral, una gran cultura madre de gran conocimiento que fue conservada durante milenios tras la desaparición de la Atlántida y legada a culturas posteriores que tomaron sus formas.

Cuando la Atlántida quedó sumergida, los superviviente, que se consideraban “hijos de Sol”tomaron posesión de otros sitios sagrados, que estaban ocupados por otros hombres menos favorecidos culturalmente, sometiendo a los que encontraban mediante el uso de su conocimiento e inteligencia, convirtiéndose así en los dioses legendarios que prometieron volver algún día. 


Pervivieron dos linajes atlantes que se hallaban enfrentados: “los hombres – puma” y “los hombre- serpiente””, que en quechua se llamaron “qoas” y “amarus” . Los hombres serpiente tenían el don de la sabiduría. Los hombres-puma, tenían las características del puma: la invisibilidad relacionada con la no-importancia personal, la estrategia utilizada para alcanzar los logros en la vida y el hecho de no seguir a nadie.

Bibliografía:

-“Atlántida, entre el mito y la historia”, de Ana Diaz Sierra y Miguel Artola. Ed. N. A.
- “El otro Saqsaywamán”, de Carlos Fernandez- Baca Tuipayachi 

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