"El ser humano es un animal de costumbres", escribió Charles
Dickens, y esa afirmación también es válida para nuestra mente, que en muchos
casos se mueve y opera a través de patrones que, de tan usados, creemos que son
completamente fijos.
Vivir así, sin embargo, casi siempre resulta en creer que la realidad en
que vivimos es igual de inconmovible, que nada en ella es susceptible de
modificación.
Pero nada más falso...
Nuestra realidad es frecuentemente una proyección de nuestros pensamientos, de
las decisiones que tomamos en función de éstos y de los hechos que toman forma
a través de aquéllas.
Fue Lao Tsé quien dijo:
Cuida tus pensamientos, pues éstos se convierten en palabras.
Cuida tus palabras, pues éstas se convierten en acciones.
Cuida tus acciones, pues éstas se convierten en hábitos.
Cuida tus hábitos, pues éstos se convierten en tu carácter.
Cuida tu carácter, pues éste se convierte en tu destino.
En este espíritu, compartimos a continuación ocho consejos que pueden
ayudarte a reflexionar sobre la calidad de tus pensamientos y la manera en que
éstos influyen en la realidad que experimentas cotidianamente.
1. Haz conscientes tus pensamientos - y
cuida de ellos...
Aunque esto pueda sonar obvio, en realidad no muchas personas lo ponen en
práctica.
Lo más común es que demos rienda suelta a nuestra mente, que actuemos en
función de lo que pensamos, sin nunca reflexionar sobre esos mismos
pensamientos.
Dicho de otra manera: ponemos atención en los resultados, pero no en las
causas que dieron origen a éstos.
Imaginemos el caso de una persona a quien han despedido de todos los
trabajos en los que ha estado, o de otra en cuyo historial amoroso sólo se encuentran
relaciones tormentosas con personas que cumplen determinadas características.
¿Es porque el medio laboral "es así"? ¿Porque el amor "es
así"?
O, más bien, porque hay ciertos patrones mentales inconscientes que no
permiten a esas personas pensar que un trabajo o una relación de pareja pueden
ser de otra manera.
Carl Jung alguna vez dijo:
"Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, éste dominará tu vida
y lo llamarás 'destino'."
El proceso no es sencillo, pero puedes comenzar por poner atención en lo
que piensas en determinadas situaciones.
Quizá creciste con la idea de que el estudio no era lo tuyo, y por eso no
te preocupas por prepararte más o mejor con respecto al área en la que laboras.
¿Pero eso es verdad? ¿De verdad eres o no eres de determinada forma? ¿O esa
cualidad, como tantas otras, es susceptible de cambio?
2. Atiende tu proceso
Hasta cierto punto, la voluntad de cambio es casi sólo individual.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPfFG5hZJCxdVOJZxA33FrW3tdKIt5eS_RuOlQ3EN1jpIcj6PqJJ9Zo0LFHjNA7RcEwgSk16jlla0lexT_rB1GSI2zFuvAupSFdsjgwyhU9UdfFS2Ejp-Nd3ZG3VzZWJYYAnPOEXYQjoq3/s280/3.jpg)
Si continuamos con los ejemplos anteriores, quizá lo más fácil para una
persona a quien despiden sistemáticamente de sus empleos es culpar a sus jefes,
a sus compañeros de trabajo, al sistema económico en que vivimos, etc., y
aunque esto puede ser parcialmente cierto, no nos exime de hacernos cargo de
aquello que sí podemos modificar en nuestro beneficio.
3. Intenta sostener tu esfuerzo
Desde siempre se ha dicho que la constancia es la clave del éxito, y aunque a
fuerza de repetición esa frase parece desgastada, no por ello es menos cierta.
Si has tomado la decisión de mejorar, comprométete contigo mismo e intenta
no claudicar.
No es fácil para la mente dejar ciertas formas de pensar y cambiarlas por
otras, pero es posible por medio del esfuerzo sostenido, tanto en la voluntad
de atención como en la voluntad de cambio.
4. Sé compasivo contigo mismo
La compasión es clave en este proceso.
Poner atención en tus pensamientos no significa que debas imponer una
vigilancia 24/7 a tu mente, o que te recrimines cada vez que incurres en un
patrón mental que intentas cambiar.
Somos seres débiles, falibles, inseguros. En una palabra, humanos...
Ten compasión de tu estado y de tus logros, agradece lo que estás viviendo,
confía en tus capacidades y tus recursos… y continúa.
5. Las cosas pasan por algo
El mundo en el que vivimos es un lugar imprevisible y, con todo, es posible que
mucho de lo que nos sucede tenga un sentido, tanto los logros como las
adversidades y los hechos menores de todos los días.
No se trata, como decíamos antes, de resignarnos a creer que las cosas son
de determinada manera por determinada razón, como si existiera un plan maestro
que gobernara los acontecimientos de nuestra vida, sino más bien ajustar esa
perspectiva y mirar nuestro propio contexto, las circunstancias del fragmento
de realidad en que vivimos.
En esa pequeña parcela las cosas suelen aclararse y aquello que parecía
laberíntico y azaroso, de pronto adquiere coherencia propia.
La persona que, por ejemplo, creció en una familia de músicos y terminó
eligiendo esta misma profesión; o el joven, hijo de un abogado severo, que
prefiere estudiar artes.
Parecen clichés, pero en muchos casos el significado de las cosas que
vivimos se encuentra en nuestras propias circunstancias de vida, actuales y
pasadas.
6. Esto no es una etapa de tu vida es tu
vida en sí
La cultura en la que vivimos venera la idea de progreso y, como tal, nos hace
creer que toda mejora es una superación, un dejar atrás lo obsoleto para
arribar a un estado más elevado (como los "upgrades" de los sistemas
operativos, por ejemplo).
En el caso de la mente, sin embargo, esa idea suele ser más bien estorbosa.
Muchas personas emprenden un proceso de "renovación" o cambio
creyendo que se trata sólo de una etapa en su vida, una especie de momento de
programación al que se tienen que someter durante 1, 2, 3 meses, para después
dejarlo y continuar su vida.
No obstante, este enfoque puede ser poco útil.
Para la mente el tiempo transcurre de otra manera, y si a esto añadimos que
la vida se encuentra en cambio constante, es más o menos evidente concluir que
el proceso de atención sobre los pensamientos y la necesidad de cambiar ciertos
patrones mentales en función de nuestro bienestar, son tareas para toda la
vida, no sólo de un momento.
7. Piensa en tus comodidades, y
piénsalas otra vez
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidJQjn15VRwbnYbByJXZM0ce-muoP45haNgwzWbwAeg4YmTvdPqPwhn9uVC2v-BnX8ZkXbV9a5M7oeFl732GNqLyuhljZvbZEGbrB4MZXa7BtC1QdVUZBVT4zsvnxRN64o49urzm_AIV1E/s280/7.jpg)
Hasta cierto punto, es la zona que se refleja en nuestra realidad todos los
días:
las cosas que hacemos, el lugar donde vivimos, las relaciones que
frecuentamos.
Pero tiene también su lado oscuro, por así decirlo:
la comodidad de mantener una relación que no nos hace felices, por ejemplo,
o seguir en un trabajo que no nos interesa.
Es humano querer mantenerse seguro y a salvo, pero también es necesario
conocer el costo de esa comodidad, si acaso no nos permite cambiar y acercarnos
a aquello que deseamos realmente para nuestra vida.
8. Calla… y escucha
En nuestra época, uno de los principales factores que perturban nuestra mente
es el exceso de estímulos en que vivimos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9PIU-Klrvk4Uk2ouE__X1czyakovA2SMUsH05If-yAekv_DNWbWv786Dzyr_DchavfnkJM3D9X81R2ujNoDUWciHh3E08Ekko-3fHwFQ4JtruiCQ9G1YooJBbf1tfQnLy7D0Qm-TNCAES/s320/8.jpg)
Quizá nadie en la historia necesitó tanto del silencio como nosotros.
· Detenerse para
contemplarse a sí mismo y al mundo que nos rodea.
· Demorarse ante la vista de un atardecer o del vuelo de
una mosca.
· Paladear el inesperado gusto de estar a solas.
· Callar brevemente antes de hablar.
Quizá lo único que necesita nuestra mente
para florecer es escuchar su propio silencio...
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Encontré esta página y me maravillo. Excelente para mí gracias.
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